1/10/2011

Un guerrero de la luz nunca se olvida de la gratitud.

Durante los 365 días anteriores, recibió la ayuda de los ángeles; las fuerzas celestiales pusieron cada cosa en su lugar, y permitieron que él pudiese dar lo mejor de sí mismo. Y fue ayudado por sus amigos, que durante este tiempo estuvieron a su lado.
Un guerrero no necesita que nadie le recuerde la ayuda que recibió de los demás: se acuerda por sí mismo, y comparte con los otros la recompensa y las decisiones para el futuro.
Aprendiendo a esperar
Un guerrero de la luz respeta la principal enseñanza del I Ching: "La perseverancia es favorable". Pero sabe que la perseverancia nada tiene que ver con la obcecación. Hay épocas en las que los combates se extienden más de lo necesario, agotando las fuerzas y debilitando el entusiasmo.
En estos momentos, el guerrero reflexiona: "Una guerra prolongada termina destruyendo al propio país victorioso". Entonces retira sus fuerzas del campo de batalla, y se da una tregua a sí mismo.
Persevera en su objetivo, pero sabe esperar un momento mejor para el próximo ataque. Un guerrero siempre retorna a la lucha. Pero no lo hace por testarudez, sino porque siente los cambios que se producen a lo largo del tiempo.
Entendiendo las propias cualidades
Un guerrero de la luz conoce sus defectos. Pero conoce también sus cualidades. Algunos compañeros se quejan constantemente: "Los demás tienen más oportunidades que nosotros". Tal vez tengan razón, pero un guerrero no se deja paralizar por esto, sino que procura valorizar al máximo sus virtudes.
Sabe que el poder de la gacela es la habilidad de sus piernas. El poder de la gaviota es su puntería para capturar al pez. Aprendió que un tigre no tiene miedo de la hiena porque es consciente de su fuerza.
Un guerrero procura saber si puede contar con estas tres virtudes: habilidad, puntería y conciencia de sí mismo. Si las tres están presentes, él no duda en seguir adelante. Si no lo están, se adiestra hasta poder confiar en sus actitudes.
Aprendiendo el objetivo
Un guerrero de la luz, antes de entrar en un combate importante, se pregunta a sí mismo: "¿Hasta qué punto desarrollé mi habilidad?" Sabe que las batallas que trabó en el pasado siempre terminaron enseñándole alguna cosa. Sin embargo, muchas de estas enseñanzas hicieron que el guerrero sufriera más de lo necesario. En más de una ocasión, perdió su tiempo luchando por una mentira. Pero los victoriosos no repiten el mismo error.
Un guerrero no puede negarse a luchar, pero también sabe que no debe arriesgar sentimientos importantes a cambio de recompensas que no están a la altura de su amor. Por eso el guerrero sólo arriesga su corazón por algo que merezca la pena.
Juntos haremos un mundo mejor
Morella


Namaste