1/25/2011

La Búsqueda De La Armonía A Través De La Cabalá


Cuando observamos nuestra Naturaleza circundante, descubrimos que los niveles inanimado, vegetativo y animado de la Naturaleza están todos impulsados por instintos inherentes. Sus acciones no son consideradas como buenas o malas, ya que estas creaciones simplemente siguen las reglas imbuidas dentro de ellas, en armonía con la Naturaleza y entre sí mismas.
Sin embargo, si observamos la naturaleza del hombre, encontraremos que es esencialmente distinta al resto de la Naturaleza. El ser humano es la única criatura que puede disfrutar de la explotación de los demás o de la búsqueda de la soberanía sobre otros. Sólo el ser humano recibe placer de ser único y superior a los demás, y por lo tanto, es el único que infringe el balance de la Naturaleza con su deseo de recibir placer, su egoísmo.
Este deseo de recibir placer, el cual es la base de nuestra esencia, fue desarrollándose en nosotros con el tiempo. Su primera manifestación surgió con los deseos sencillos, como el de comer, reproducirse, y experimentar la vida familiar. La apariencia de aún más avanzados deseos, como el anhelo por la riqueza, el honor, la soberanía y los conocimientos, promovió la evolución de la sociedad humana y su estructura social: la educación, la cultura, la ciencia y la tecnología. La humanidad marchó hacia adelante orgullosamente, creyendo que el progreso y el crecimiento económico nos satisfarían y nos harían más felices. Lamentablemente, hoy en día estamos empezando a darnos cuenta que esta larga “evolución” ha llegado a un estancamiento.
Éste se debe a que nuestro deseo de recibir placer no puede permanecer satisfecho por mucho tiempo. A todos nosotros nos ha pasado, al menos una vez, que teníamos un gran anhelo por algo, deseándolo a veces por años. Pero al recibirlo, el placer se desvaneció rápidamente, el vacío volvió y nos encontramos a nosotros mismos persiguiendo nuevas metas, con la esperanza que éstas nuevas nos traerían la satisfacción anticipada. Este proceso ocurre en ambos niveles, en el personal y en el de toda la humanidad.
Ahora que hemos acumulado suficiente experiencia, por miles de años, tenemos bien claro que no sabemos cómo llegar a una felicidad sostenible, o aunque sea, a una seguridad interna básica. Estamos desconcertados. Este fenómeno está en la base de las crisis y desafíos que nos afligen.
Aún más, la predilección humana egoísta y natural de perseguir los placeres egocéntricos a costa de los demás se ha intensificado con el paso del tiempo. Hoy en día, las personas intentan más que nunca forjar su éxito basándose en la ruina de los demás. La intolerancia, la alienación y el odio han llegado a nuevas y horrendas alturas, poniendo en peligro la propia existencia de la especie humana.
Cuando observamos la Naturaleza, vemos que todas las criaturas vivientes están construidas para seguir el principio del altruismo o preocuparse por los demás. Este principio es fundamentalmente diferente al que parece motivar a los seres humanos.
Las células dentro de los organismos se unen en una entrega recíproca con el propósito de sustentar el cuerpo entero. Cada célula en el cuerpo recibe lo que necesita para su subsistencia, e invierte el resto de sus energías sirviendo al cuerpo entero. En cada nivel de la Naturaleza, el individual trabaja para beneficiar el total del cual él forma parte, y en ello encuentra su propia sensación de plenitud. Sin las actividades altruistas, el cuerpo no puede persistir. De hecho, la vida misma no puede perdurar.
Hoy día, después de múltiples investigaciones en campos diversos, la ciencia está llegando a la conclusión que la humanidad, también, es en realidad un solo cuerpo íntegro. El problema radica en que nosotros, los seres humanos, contrariamente al cuerpo vivo, seguimos ignorando esta conclusión, actuando en contra del “cuerpo” íntegro de la humanidad. Al fin y al cabo, tendremos que despertar y entender que los problemas que ofuscan nuestras vidas actuales no son producto de la coincidencia, ni tampoco pueden ser resueltos por ningún medio que conocemos del pasado. Estos problemas no van a desaparecer, sino que van a empeorar hasta que cambiemos la dirección y comencemos a funcionar de acuerdo a la ley comprehensiva de la Naturaleza—la ley del altruismo.
Cada fenómeno negativo de nuestras vidas, desde el más específico hasta el más general, proviene de la transgresión a las leyes de la Naturaleza. Lo tenemos bien claro, si saltamos de un edificio alto nos heriremos, ya que sabemos que en tal caso estaríamos actuado en contra de la ley de la gravedad. Lo que no nos queda claro es que nuestra vida dentro de la sociedad humana y las relaciones entre nosotros, también son manejadas por leyes absolutas. De tal manera, debemos parar, hoy día, y examinarnos a nosotros mismos, para ver dónde estamos transgrediendo las leyes de la Naturaleza y encontrar la manera correcta de vivir. Todo depende de nuestra conciencia, únicamente: cuanto mejor conozcamos el sistema de la Naturaleza, menos sufrimientos experimentaremos, y más rápido evolucionaremos.
En los niveles inanimado, vegetativo y animal, el altruismo es inherente como ley de existencia. Pero a nivel humano, nosotros mismos debemos formar ese tipo de relación. La Naturaleza lo ha dejado en nuestras manos con el fin de que podamos elevarnos a un nuevo y exaltado nivel de existencia, el cual podremos alcanzar siguiendo las huellas de la Cabalá.
Juntos haremos un mundo mejor.
Morella


Namaste